"La individualización de los productos". 09 de Septiembre de 2013.



Sumergida, más que antes, en el mundo de los automóviles, me impresiona la manera en que las cosas han cambiado con el paso de los años y las décadas. Recordando aquellos tiempos en que Henry Ford vendía carros negros y no había opción alguna de color, a la fecha,  muchas cosas han cambiado.
 
Afortunadamente, hoy en día tenemos más opciones de color en la carrocería, pero también es posible seleccionar la tela, el color y el estilo de los asientos, el tipo de motor, el sistema de sonido, si será automático o de velocidades,  sistemas electrónicos y demás aditamentos, al gusto de cada cliente.
Definitivamente, la individualización de los productos será un tema que seguirá teniendo un lugar preponderante en los negocios actuales y del futuro. Inmersos en la globalización, la individualización de productos seguirá siendo un sinónimo de poder adquisitivo, gusto y distinción. Y cuando me refiero a estos tres últimos aspectos, no hablo solamente de artículos de lujo, pues la individualización ya no es precisamente un sinónimo de riqueza, sino simplemente de posibilidad por parte de la empresa de satisfacer los deseos de sus consumidores; pues así como es posible elegir un auto lujoso a nuestro gusto, también lo podemos hacer con un auto de valor bajo o intermedio, así como con otros productos.

Recuerdo mi única y última experiencia en la carnicería que está cerca de mi casa. Vivo en un pueblito a diez minutos de dos grandes ciudades en Alemania. Tiene una carnicería, una iglesia, un jardín de niños, una estación de bomberos  y sorpresivamente, dos hoteles, nada más. Recién llegada “al pueblo” quise hacer unos bisteces al estilo mexicano. Fui a la carnicería y pedí que me cortaran la carne en rebanadas delgadas, pero se opusieron. El argumento fue que era una carne demasiado buena para cortarla en rebanadas delgadas. Expliqué que quería hacer un platillo especial y que necesitaba las rebanadas de ese tamaño. Se volvieron a oponer y me dijeron que lo más que lo podían cortar era al estilo Americano…  en rebanadas gruesas.  Acepté las rebanadas gruesas y corté los bisteces en mi casa. No he vuelto a visitar la carnicería. Mi esposo que iba conmigo, se enojó tanto como yo. Tal vez sea porque se trata de este lugar en particular, un pueblo pequeño en el que nadie había pedido que le cortaran la carne en rebanadas delgadas. Cualquiera que sea el caso, este tipo de comportamientos ya no son aceptables. Si como clientes, queremos la carne en cuadritos, en rebanadas o en tiritas, esto no debería ser un problema para la carnicería. Lo importante es que el cliente esté satisfecho, pues el carnicero puede y debería cortar la carne tal y como se lo están pidiendo.

Como vemos, la individualización es aplicable a otros productos y en otras áreas tan comunes como el de las carnicerías. La clave es que, siempre y cuando sea posible para la empresa, ésta haga los cambios que el cliente le está solicitando para satisfacer así totalmente sus necesidades  y que en el futuro vuelva a repetir la compra en el mismo lugar, lo cual creará una fidelidad del cliente hacia la empresa que tuvo el interés de darle lo que estaba buscando. Es por eso que la individualización de los productos se convierte en un plus que las compañías deberán ser capaces de desarrollar en todos sus productos, siempre y cuando las posibilidades, así se lo permitan.